Un sueño americano que se cumplió mientras Panamá dormía.
La estrellita número 51 de
la bandera de Obama.
Un país funcionando con los restos norteamericanos: sus buses, sus ferias americanas con ropa gringa fuera de moda, artículos y electrodomésticos que no se pudieron rematar en las mega ofertas del gigante.
La intención del pueblo panameño de separarse de Colombia, a quien pertenecía. La desinteresada capacidad de U.S.A para ayudarlo y de paso, ya que iban a darse una vuelta por allí, tomar el canal de Panamá y manejar el punto estratégico de unión entre el Pacífico y el Atlántico manejando el comercio mundial y obteniendo millones y millones de esos que dicen "in god we trust", hicieron de Panamá un hermoso pedacito de geografía contradictoria por su riqueza natural contenida por el artificial funcionamiento de sus habitantes: la tierra de las hamburgueserías del payasito de pantalón a rayas, hot dogs por doquier, el pollo frito, y las 7.899 variedades de salsas y quesos cheedar; todo tipo de alimento reducido a polvos instantáneos, snacks con los sabores más estrafalarios que puedan imaginar, snikers, más 33 variedades de cervezas en góndola, el know how del consumo gringo y la comunidad Kuna Yala hablando inglés y produciendo molas frenéticamente para ganar más y más creencia en Dios (in god Kuna trust).
Esas ganas de consumirlo todo y de repente, nada, no teníamos ganas de nada en realidad.
1 comentario:
que lugar mas bello! siempre tuve ganas de ir pero al final un año decidi viajar a Patagonia y luego no tuve mas posibilidades. queda pendiente
Publicar un comentario